sábado, 14 de abril de 2007

AHORA



La Historia Oral surgió como forma de valorizar las memorias y recuerdos del individuo. Es un método de recolección de información por medio de entrevistas a las personas que vivieron un hecho. Su credibilidad ha sido bastante cuestionada en los ámbitos académicos, pero pese a eso ha conseguido establecer una metodología bien estructurada para la producción de datos relevantes a partir de los relatos orales.



El 3 de diciembre de 2004, un grupo de historiadores de todo el país rubricó el alumbramiento de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina (AHORA). El nacimiento de AHORA está relacionado con el crecimiento de la práctica de la historia oral y de los historiadores que adscriben a la metodología propia de esta disciplina. AHORA fue presentada en las últimas jornadas de Historia Oral realizadas en la Ciudad de Buenos Aires entre el 13 y el 15 de octubre de este año, convirtiéndose en la tercera asociación de su tipo en el continente (las hay en México y Brasil). Presidida por la historiadora Hebe Clementi, entre sus miembros están investigadores de la talla de Pablo Pozzi, Director del Programa de Historia Oral de la UBA, Liliana Barela, Directora del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, y Mirta Lobato, Directora del Archivo Palabras e Imágenes de Mujeres, del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la UBA. Los objetivos de AHORA son la creación de una red nacional que convoque a historiadores de todo el país, la apertura de un archivo nacional de historia oral, la búsqueda de aportes económicos para la publicación de los trabajos de investigación, la creación de una página web...

La voz de los que no tienen voz

La historia oral investiga los sucesos de la historia reciente. Discutida –y resistida- por la historiografía tradicional, poco a poco es reconocida en la Academia. La necesidad de recuperar las voces de quienes están fuera de la historia oficial revaloriza la palabra y el testimonio, no como oposición al documento escrito, sino como un complemento de aquel. La historia oral rompe con aquella idea de una “historia objetiva”. En Argentina, la historia oral cobró fuerza a fines de los ’70 y, especialmente, en la segunda mitad de los ’80, cuando importantes sectores de la sociedad desearon dar testimonio de la historia reciente, después de siete años de una dictadura atroz. Gracias al soporte de las nuevas tecnologías, el registro de las entrevistas permitió a los historiadores guardarlas como un documento más. No hacían otra cosa que generar un tipo nuevo de fuente para el estudio de la historia. Las primeras jornadas de historia oral (1991) abrieron un espacio para la discusión teórica y política respecto de esta forma de abordar trabajos de investigación. Desde entonces -y organizadas por el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y por el Programa de Historia Oral de la Universidad de Buenos Aires-, las jornadas convocan cada dos años a historiadores de todo el país para dar a conocer los nuevos trabajos y discutir acerca de los alcances de la metodología propia de la historia oral. El estudio de temas como el peronismo, los grupos de izquierda, las décadas ’60 y ’70, la historia de los barrios o de los movimientos sociales son los temas predilectos de esta metodología.La entrevista, el alma de la historia oral, permite a los historiadores acercarse a los sujetos que han tenido alguna participación destacada, al mismo tiempo que conocer cómo vivieron esos acontecimientos, qué creen que sucedió, qué quisieron que suceda y qué fue lo que realmente pasó. La historia oral crece y hace crecer a la disciplina. Hoy nadie puede poner en duda su validez en el campo de las ciencias sociales.

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